sábado, 12 de diciembre de 2015

Furular

Qué lindo suena Whatsapp a las 7 de la mañana si tienes el despertador puesto a las 8.

Tengo personalizados los sonidos de casi todas las aplicaciones para que una vocecita tipo Loquendo me diga a cual pertenece.

En ese silencio el Whatsapp sonó como el ¡Pedroooooo! de Penélope Cruz en los Oscars.

Pues ya que estoy despierto vamos a organizar la casa, que en una hora tengo que ir a tirar recuerdos en casa de mi madre.

Hecho. Vámonos.

Ni un semáforo en rojo he pillado, ahora bien, gente a la que retiraría el carnet más de doce.

Aproveché que mi hermana estaba en la Asamblea para dejar mi coche en su plaza. Eso que me ahorro.

Si respiras hondo puedes tirar cosas que hubieras guardado hasta el fin de los días, aunque sean absolutamente inútiles.
De alguna manera guardamos cosas para reforzar los recuerdos, como si el recuerdo fuera la copia pirata del objeto.

Entre horas, cajas y miles de recuerdos me tocó cocinar para mi madre y su marido en su propia casa. Eso me pasa por decirle a mi madre que cocina regulero.

Esperando a que la olla a presión terminara de cocinar una pseudofabada hablamos un poco de política... de refugiados.

Néstor no ve muy bien que los refugiados no se queden en el primer sitio que encuentran si ya están a salvo, le parece mal que quieran ir a los países con mayor crecimiento.
He intentado que empatizara y entendiera que si yo tuviera hambre no iría a una tienda que tuviera sólo dos pastelitos, buscaría algo más.

Buen rollo a pesar de estar en los polos políticos más opuestos que puede haber. 

Primera norma de la cocina: el que cocina manda, ni le debe echar más sal ni menos caldo, ni se le agita el sofrito ni se le sugieren mejoras del plato.

Se le ayuda a limpiar y a guardar. Punto.

Es equiparable a ser el dueño del balón en el patio del colegio.

Y hablando de colegio, hoy también fui con mi madre a recoger a mi sobri a la salida de clase.

Charlando con él, sobre un juguete que he intentado arreglarle mientras él estaba en el cole, he tenido que decirle que no había solución.

- Lo siento Noel macho, lo he intentado pero... no furula.
- ¿Furula? ¿Qué es furular?
- Funcionar, es igual que funcionar pero en mi idioma.
- Aaaahm...

Esta semana 25 niños irán a sus casas con un verbo nuevo y necesario.

Aproveché para regalarle algunos juguetes que tenía guardados y el más sorprendente para él fue un muelle, el típico muelle que baja escaleras.
Aún hay esperanza entre las nuevas hornadas de humanos.

Contar todo lo que guardé o tiré puede ser muy tostón y no quiero entrar en ese jardín, pero sí me apetece contar que desempolvé mi disfraz de Halloween, el único disfraz de Halloween que he tenido y he usado siete años seguidos.
Con un mono de curro amarillo, la tinta de un BIC rojo, una máscara de hockey tipo Viernes 13 y unas cadenas en los pies lo he petado siempre.
Me tira un poco a la altura de las joyas de la familia a día de hoy pero me vale.

El hecho de que desempolve ese disfraz va a hacer que más de uno se lleve las manos a la cabeza con más ilusión que yo, es toda una institución.

Entre todas las cosas de las que me estaba deshaciendo estaban mis cintas de música, no quise tirarlas a pesar de tener la mayoría en cedés, así que las ofrecí en Facebook y se las adjudicó mi amigo Julio.

El pitufo, mi madre y yo cenamos juntos.

¿Habéis echado cuentas?
Hace unos parrafos eran las 7 de la mañana y ya estábamos cenando.
Aparte de que la jupa de ordenar y tirar me llevó tiempo, el motivo de que fuera tan tarde es que como había dejado el coche en la plaza de mi hermana y no tengo mando para abrir la puerta del garaje, hasta que ella no volviera de currar no podía sacar el coche.

Acosté al peque, le di un beso y le pregunté con qué iba a soñar, me dijo: contigo.

Antes de limpiarme las babas le propuse que añadiera al sueño un duende con pijama de rayas. Soñar fantasía es lo mejor del mundo.

Por fin llegó mi hermana y nos acompañamos de casa al garaje y del garaje a casa, primero en su coche y luego en el mío.

Hicimos de negratas en el coche escuchando Ante Up de M.O.P. a todo trapo, nos reímos un minirrato y quedé libre para irme a mi casa.

¡A las 22:00 estaba en el hogar!
Un poco de Gran Hermano (porque no lo voy a dejar a medias aunque ya me aburra tanta telebasura), una conversación breve con mi princesa y a dormir.

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