sábado, 19 de diciembre de 2015

Berlín connection

Aprovechando que tenía un bono de 5€ en la app MyTaxi (y publiqué en Facebook a todos mis amigos cómo obtenerlo) cogí un taxi.

El destino era el Mercado de San Miguel y allí me esperaban Mary y su nuevo novio Rob. Habían bajado desde Berlín para conocer a su nuevo sobrino y aprovecharon para verme un rato.

Rob no habla ni papa de castellano y la reunión fue en inglés para que nos entendiera a Mary y a mí.
Se hace raro hablar en inglés con quien siempre has hablado en castellano, e incluso pasas mal rato por si tu inglés no está a la altura del suyo.
Para el que no lo sepa Mary es española.

Como Mary es vegana y Rob vegetariano me pareció buena opción citarlos ahí, era probable que hubiera más opciones de comida para ellos, pero no.

Aceitunas.

Bueno, Rob y yo nos comimos dos ostras muy ricas, recordad, los vegetarianos comen practicamente lo que ellos deciden.

De ahí a La Ricla, Mary empezaba a ir piripi y Rob colorado, como su madre es tailandesa (se le nota) tiene una peculiar tara, y es que cuando bebe se pone muy rojo, pero cuando está borracho deja de estarlo. Su piel es un semáforo orgánico.

A Rob no sólo le flipó el lugar, sino que se enamoró de la mojama. Le abracé porque aún puede salvarse.

Es broma, le abracé porque soy un graciosete y me alegraba de verle disfrutar, pero a mí el concepto de los vegetarianos y veganos me parece de mejores personas. De ahí a que lo sean hay un trecho, pero el concepto o el motivo por el que lo hacen me parece digno de admirar.

De ahí a la Taberna de Conspiradores, en la Cava Baja, al ser gente de Alemania con cultura del lúpulo merecían probar la Socarrada, una cerveza con la Medalla de Oro a la Mejor Cerveza del Mundo.

Cuando les tenía a punto de caramelo pasamos por La Sureña y fliparon con el concepto y los precios, así que entramos.
Aclararé que odio La Sureña.

Hacía años que no entraba porque ya no tienen Mahou y yo no me había enterado.

FLIPA.

Total, que se fueron con una castaña preciosa a que Mary le presentara a Rob a su padre.
Le conozco porque era el director de la Escuela Superior de Dibujo Profesional (ESDIP) donde estudié tres años.
Un buen tipo, un muy buen tipo.
Durante esos tres años fue como un padre para mí.

Fue un buen mediodía y me desenvolví bien en inglés, poco a poco recupero algo de soltura pero me falta muchísima confianza.

Me gusta la canción Si me porto mal de Dasoul tiene cojones.

Corriendo, aunque estaba cerca, fui a Tirso de Molina, allí me esperaba Carmelo.

Había quedado con el que fue mi sustituto como inquilino en su casa.
Tenían que hablar sobre un tema muy delicado y es que los nuevos inquilinos están realquilando su casa y encima no le pagan, así que Carmelo consideró que yo debería estar, para que el chaval empatizara más con mi presencia y nos diera más datos.

Carmelo está en una situación de estrés que no la quisiera yo para nadie.

Abandonamos la reunión con mucha información y fuimos a Gerardo.

A pesar de haber estado todo el día de bar en bar con gente y compromisos no bebí mucho ni gasté tanto. Bien Ramón.

En Gerardo le arreglé el móvil a mi amigo Luis, que con sus 61 años está mejor que todos juntos y parece que tiene 52.
Sale a andar todos los días y no hace excesos; como se te ocurra ser del Madrid o de derechas te cruje la cabeza y te suelta una chapa de lo más gracioso, porque tiene argumentos con el sarcasmo que da la experiencia.

Brindamos con unas cervezas sin alcohol, tomamos una ración de jamón buenísimo, Luis pagó todo y Carmelo me acercó en moto a casa.

Hablé un poco con Carmen y puse de nuevo Gran Hermano... vaaaaaamos ¡que se acaba en una semana!
No veo el momento.

A dormir, que al día siguiente tenía que madrugar para limpiar la casa porque viene Laura de Vitoria a pasar el finde en nuestra casa y Carmen llega a Madrid.

No trabajé una mierda y no me siento culpable, cada día me gusta menos lo que hago.

Han echado al chino de Gran Hermano.

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