domingo, 13 de diciembre de 2015

Examen

Sólo hay una película que no me importa ver cada Navidad:
Los fantasmas atacan al jefe.

Lloro todas y cada una de las veces que Bill Murray hace el discurso final.

Así de llorar... muchas, no puedo ver La Vida es Bella, la mitad de La Pasión de Cristo la veo borrosa, cuando Aladino abraza al genio me rompo, lo de Up es innombrable, el momento carteles de Love Actually es de hipar, en el Señor de los Anillos cuando Boromir con tres flechas en el pecho se dirije a Aragorn lloro con puchero y tengo arritmias, y es que si estoy solo me dejo llevar, pero como tenga compañía soy un tipo duro que habla con un nudo en la garganta como mucho pero no llora.
¿Vergüenza? mmmm... no sé, yo creo que estoy a gusto si lo hago solo y sin observadores, como cagar, sí, eso es, yo lloro y cago en soledad.

También lloro con el final de Spiderman 2 así que igual no tengo mucho criterio.

+ ¡A por ellos tigre!

Buff... tantos años leyéndolo en los cómics que al verlo hecho 'realidad' me toca la fibra.

Gerardo se había quedado sin su cuenta Premium de Spotify así que fui a solucionárselo.
Llegué, vi, perdí.
Nada, la solución debe esperar.

Ya que Carmen iba a llegar a Madrid por la tarde le compré a Gerardo dos cigalitas pequeñas y me fui a casa... ya lo veis en la foto, tamaño mini.

Resulta que se me ocurrió llevar a Carmen un día a El Boquerón, en Lavapiés, que tienen un mariscazo de excelente calidad y bien de precio, para que probara la cigala y la gamba buena.

¡Error! Ahora le gustan.

Por cierto, el horario de El Boquerón es estricto, no se andan con leches, lo primero es el horario del bar, el del camarero y luego el del cliente.
Te echan si hace falta.
Una vez el Parra (Iván) y yo nos quedamos encerrados allí con Fernando Fernández Tapias y Simoneta Gómez-Acebo con los paparazzis en la puerta.

Mola que respeten el horario, no como el restaurante As' Pedriñas cuyo jefe explota y malpaga a sus empleados, les exige horas extras gratuitas (unas 40 mensuales) obligatorias, como si trabajaras 5-6 semanas al mes en vez de 4-5 pero gratis, los amenaza con despedirlos si no aceptan, les anula los días libres con un día de antelación, les paga a dos meses vencidos, o tres, y concede las vacaciones anuales con dos o tres días de aviso.
Es el jefe de Iván, un auténtico cateto con nostalgia franquista declarada que impone el despotismo por encima de cualquier ley laboral.

Pongo el enlace por si alguien quiere ir a decirle que las cosas no se hacen así, no para que vayáis a comer.
Yo no puedo, perjudicaría a mi amigo, pero ganas no me faltan TODOS los días.

Mientras escribo que le compré a Carmen cigalas para que fuera feliz al llegar, estoy viendo a Almudena Grandes decir en la televisión que no saldremos de la crisis a nivel personal si no separamos el binomio felicidad-consumo.

Ya me ha hecho sentir mal. Na, es broma, me hace gracia la coincidencia.

El otro día contaba en otra entrada que fui a comprar ingredientes para hacer una sopa miso y un ramen, y de hoy no pasaba.

Seguí esta receta y me salió una sopa miso de la hostia.

Carmen llegó y se puso a estudiar, al día siguiente tenía examen de inglés.
Bueno, por lo menos la tengo cerca.

Me eché unas carreras al Driveclub (vídeo), las gané todas y me picó de nuevo el gusano de jugar a ese juego más veces.

Esto me recuerda que mi amigo Iván me ha regalado por nuestro vigésimo aniversario de amistad un Smartbox, un paquete regalo canjeable de esos que se llaman La Vida es Bella para conducir un superdeportivo, Ferrari, Porsche, etc... en un circuito.

No sé si es buena idea, que se me da bien conducir a 280km/h en la consola pero en vivo ¡sólo tengo una vida! ¡no hay restart!

Acuchillé a esos crustaceos por la mitad, los puse a la plancha y los pincelé con aceite de ajo y perejil.

Estaban bastante bien pero se notaba que eran congeladas. Apunto para la próxima hacer menos la cola y más las patas.

De segundo hice otra sopa miso para los dos y nos fuimos a dormir, que al día siguiente había examen.

Confío plenamente en ella.

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