lunes, 7 de diciembre de 2015

Federico y Patricio

Mi hongo kéfir de la leche se llamaba Federico. Todo lo susceptible de tener nombre en casa se llama o llamará Federico.

Pero Carmen siempre está un paso por delante.

Tuvimos un abeto navideño, yo lo llamaba Federico y Carmen lo bautizo como Pino.
Pino murió en agosto.

Mi disfraz de jirafa es mi ropa de trabajar en casa. Carmen se compró un pijama de jirafa con pestañas para estar por casa. Todo iba bien hasta que también se compró uno de leopardo y lo llamó Tigrito.

Tigrito está en la lavadora.

Un vecino no ancló bien su maceta a la ventana, y en el diluvio de agosto en Madrid cayó a nuestro patio.
Nadie sufrió daños, pero nos regaló la maceta y las plantas por miedo a que le volviera a suceder.

Las plantas eran dos cipreses.

Al grande lo llamé Federico y dejé que Carmen eligiera nombre para el pequeño.

Federico le pareció mejor nombre para el pequeño porque el grande quería llamarlo Patricio.

Esta guerra la tengo perdida... hasta que vuelva a tener kéfir. Lo juro.

Mientras yo dormía placidamente Carmen madrugó para transplantar a Federico y Patricio a dos macetas individuales más grandes que había comprado yo hace unos meses, queremos que crezcan sanos y fuertes.

La noche anterior decidió que deberíamos pasar por casa de mi madre, a recoger unas botas de montaña que tengo allí guardadas para nuestro viaje a Escocia, y porque cerca hay un sitio para comer gambas muy rico y barato (La Mina)... no es lista ni ná mi niña.

Debido al estado 2 del protocolo de alerta por contaminación fuimos en taxi.

Allí estaba Néstor en casa de mi madre, encaramado a una escalera, intentando encontrar entre las 3 ó 4 cajas que dejé allí en el año 2004 mis botas, unas Enduro de la época de los bakalas.

Como suele decir la gente 'estaba en la última caja que miramos'... lógico.

Decidí que iría el miércoles a hacerle limpieza en esas cajas. Hay cosas que tiene sentido guardar y otras que no, como estanterías de cedés, móviles Alcatel o balones de fútbol de Pizza-Hut desinflados.
Para ella será una segunda emancipación.

Aparte de las botas también encontré unos condones caducados en el 2009 que no eran mios.
Esa pedrada la dejo ahí, para quien la quiera.

Qué cosas.

Tal y como me olía a mi madre le dió pereza ir hasta La Mina, así que propuso ir al Goiko Grill de Santa Engracia.
La cara de Carmen brillaba como el boliche de la cama de La Bruja Novata.

Comimos Néstor, mi madre, mi hermana, la Pichu y yo. Muy bien todo y todos... bueno Néstor palmó un poco. No pidáis la picante, ni pica ni lleva nada especial.

De ahí nos fuimos a casa de nuevo en taxi, teníamos que limpiar y poner/tender lavadoras.

Por el camino hablé con Jorge Segura de trabajo, volví a mostrarle mi disconformidad con los maleducados y poco profesionales dueños de Agrado Cabaret.
Yo pensando que en el Gres y en la Sala Maravillas estaban los peores encargados y dueños de locales de Madrid y resulta que hay gente opositando por el puesto.

Enfoqué la charla en hacerle ver lo bueno que era en lo suyo y lo poco que les debía a la sala, me pareció más constructivo el punto de vista.

Solventados los asuntos caseros fuimos a Gerardo, Carmen quería regalarle a Olga una aspiradora que tenía de sobra.

No llevamos el coche y nada más llegar pedimos dos copas de Barceló, a lo loco, sin preliminares de cebada ni hostias.

Allí todo el mundo estaba trompeta así que pedimos una segunda copa.
Carmen viendo la hora y sabiendo que no ibamos a beber más encargó pizza a domicilio para cuando volviéramos.
Un sábado es un sábado.
Nos fuimos.
La verdad es que lo pasamos muy bien.

Nos pusimos cómodos para recibir al repartidor y en la PS3 nos esperaba un capítulo más de Prison Break.

Para vosotros Prison Break es la serie cuyo protagonista es Michael Scofield, pero no para Carmen, para ella la serie y el prota reciben el mismo nombre: Scruffy.

- ¡Corre Scruffy!
- Vamos a ver a Scruffy
- Pon un capítulo más de Scruffy

Pero el ciprés alto no se puede llamar Federico, se tiene que llamar Patricio.

:)

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