jueves, 14 de abril de 2016

Currrrrioso

Yo pensaba que era de esas pocas personas que ha pasado por una serie de excesos, o adicciones de altísimo riesgo, sin tener aspecto de ello, pero no.

No hablo de drogas en este caso y aprovecho para repetir que no dejé las drogas porque fueran malas, las dejé porque eran buenas, que es donde está el problema.

Hablo del juego, de las apuestas, loterías, de la ludopatía vaya.

Tuve una temporada que llegué a ir hasta dos y tres veces por semana al casino.
Y eso que soy nieto de ludópata.

Mi favorito es el de Aranjuez ¡que te dan cerveza, café y refrescos gratis siempre que estés jugando!, pero tuve que prohibirme pisar un sitio de esos durante años.

Es cierto que por aquel entonces yo ganaba buena pasta, pero no es excusa.
Perdí parte de esa buena pasta en su momento y aquello dejó de ser sano al asistir con tanta frecuencia.

Hace poco volví al de Torrelodones, por una cena con amigos de Carmen.
Jugué.
Poco.
Gané.
Bastante.
Huí.

Creo que me he curado, pero no me tentaría.

Bueno, pues entre esas personas que no tienen pinta está Carmelo.

Te cagas.
Carmelo se inyectaba tragaperras, fumaba avances y esnifaba créditos.

El otro día me contó que una vez vio a unos chavales jugar a una y perder mucha pasta, se levantó, jugó como maestro, se acercó a la mesa en la que estaban y les devolvió la pérdida.

- Os doy este dinero con una sola condición, que no volváis a jugar nunca más a ninguna, somos del barrio y si me entero los que os vais a enterar sois vosotros.

Ahí le tienes, el superhéroe de las tragaperras.
Os invito a buscarle un nombre digno a este exludópata salvador.

Hasta enfermo es bueno.

Suena el teléfono, es un Whatsapp de Paulino. Llevábamos dos años sin hablar.

Paulino era el jefe de almacén de SadilS.A., la empresa para la que trabajé tantos años de técnico de iluminación.

Fue mi mejor apoyo, quizás mi mejor amigo allí, el que más me enseñó, el que nunca me traicionó y que me hubiera dado una hostia por mi bien si hubiera hecho falta.

Éramos buenos juntos, metódicos, sin horarios, con humor y amor.
Nos gustaba llamarnos alemanes al trabajar.
Y es que en esa cacho de nave no era para menos.

Decía ser un paleto de pueblo, haber nacido en Pedro Muñoz, Ciudad Real, y ser un manchego que se pierde en la ciudad.

Pero era de Madrid, con una o dos carreras (entre ellas Bellas Artes y la otra no la recuerdo), exciclista y exfutbolista profesional, extremadamente atractivo (una mezcla entre Casillas y cualquier otro guapo del cine) y con conocimientos de iluminación como para sonrojar a un director de fotografía.

Mi respeto y admiración por este pollo será eterna creo.

Salvo Coco y Heavysbal, dos miembros de mi equipo de montaje a los que contacto yo, ningún otro de los casi 40 que éramos volvió a llamarme tras mi primera necrosis y consiguiente baja de más de un año, salvo Paulino.

Pues va a ser papá.
Cerré Whatsapp y le llamé, nos reímos muchísimo.
Son esas amistades en las que puede pasar el tiempo, que si te llamas parece que fue ayer la última llamada.

Al margen de la felicidad de su paternidad también supe del divorcio traumático de Benja, de la posible enfermedad de Paco 'el Mudo', del accidente de Angelito 'Tiburón', de la lesión del 'Tortuga', y la muerte de Abraham.

Los motes son todos cosa de Paulino, allí no se libraba nadie.

Yo era 'La rubia' o 'Pelos' si me llamaban los jefes, pero para él era 'el Moderno'.

El que se ha muerto se ha despanzurrado contra una piedra haciendo wingsuit, lo del traje ardilla.

El chaval siempre estaba haciendo salvajadas extremas, era un adicto a la adrenalina.

PUM.
Ya lo siento.

Casualmente Facebook me recuerda que hace dos años etiqueté a Paulino.
Exactos.
Dos años que no hablábamos y me contacta, porque cuando perdió el móvil (el otro día) y se hizo con otro, el único contacto que tenía en la agenda era yo, y lo interpretó como una señal.

Curioso.

Facebook me recordaba también que el día de su detención hacía 5 años que coincidí con Mario Conde en un bar de General Pardiñas.

Currioso.

El gallego me rescató el martes para comernos un ramen, por fin, en el Ra-men Kagura.

Me rescató porque llevaba una hora y media larga colgado al teléfono hablando con Jazztel.
Casualmente se ha acabado la permanencia, casualmente mi conexión falla, casualmente mi router se desconfigura, casualmente les tengo que llamar, casualmente la velocidad baja a la mitad de golpe y casualmente hay ofertas en fibra.

Currrioso.

Antes de ir me trajo a casa de regalito una mermelada casera de chiles rojos.
Un espectáculo si te gusta el picante.

Pensaba que el ramen del Oishii en Callao era el mejor, pero creo que no, creo que éste ha ganado, al menos la última batalla.
Llovía, eso ayuda.

Voy a volver y os recomiendo a vosotros ir (pedid el de sopa con miso).

Llevo unos días muy mocoso y medio sordo, espero quitarme el atasco antes de ir a bucear que luego lo paso mal, así que por la mañana me hice un zumito de limón y naranja.

Después pasé a unas sentadillas, a unos abdominales de todo tipo, a manicura, a repasarme las cejas que se me habían despeluchado, a recortarme las barbas, intentar arreglar un ordenador portátil y reorganizar todos sus archivos, cocinar una cama de berenjenas, bambú, shiitake y cebolla con tofu duro a la plancha y un toque de mermelada de chiles rojos, para finalizar con un té.

Un ataque de salud.
Currrrioso.

Hace algo menos de una semana de la foto que preside la entrada, pero tenía que enseñárosla, mirad quién ha ganado una guerra.

:)

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