viernes, 12 de febrero de 2016

#LaSuperBowlMata

El domingo aproveché una reunión familiar de Carmen para tomar café con Sonia, su marido Óscar y su hija Martina, que pasaban por mi barrio y pararon en Gerard.

Superbien.
Música, actualidad, nuestras cosas, risas, buenrollismo.

La niña una preciosidad simpatiquísima, Óscar un tío divertido, agradable, hecho un pincel y Sonia, que estaba muy graciosa, mutando el acento madrileño al granaíno a cada sorbo del gintonic que siguió al café.

La tierra tira... si la riegas.

Era la noche de la Super Bowl 50, avisé a diez amigos y todos rechazaron mi invitación de verla en un bar a puerta cerrada, con comida, bebida, a precios de risa... todos menos Iván.

Antes de la megaquedada multitudinaria vi un poco de Salvados en casa, que iba sobre el maltrato machista.
En internet el hashtag que se movía era #elmachismomata.
Se nos escapa de las manos el asunto.

Partamos de la base: estoy en contra de la violencia que reciben y han recibido millones de mujeres inocentes.

Y ahora vuelco sobre esta entrada un poco de mi pensamiento sin ánimo de ofender a nadie.

Tanto dato erróneo que nos venden mata.

Considerando el machismo una lacra, siendo consciente de que la ley hace una discriminación positiva lógica, creyéndome feminista en su más puro concepto, salvo pequeños micromachismos inculcados que seguramente practicaré sin ánimo de ofensa y sobre los que trabajo (tengo testigos), creo que faltan datos por culpa de lo políticamente correcto.

#LaFaltaDeEducaciónMata

Y no me refiero sólo a la educación en el respeto, no: formación.

También considero importante a la hora de hablar de esto: la nacionalidad o la religión de los asesinos cuando se lanzan datos al aire, la gran culpabilidad de parte del género femenino que ejerce el machismo en su beneficio día a día, la creencia general de que el hembrismo es feminismo, y que la información está sesgada por muchos bandos.

Ese es otro problema, que queriendo todos (al menos de cara a la galería) lo mismo, se ponen a remar todos a lo loco y la barca acaba dando vueltas, sin llegar a ningún puerto.

No voy a hablar de ello más hoy, ni estoy en posesión de la verdad, ni quiero salir escaldado, ni es un asunto breve, pero siempre que escucho este tema tiendo a cruzar los brazos en señal de defensa.

Qué tristeza de tema y qué difícil.

Creo que los periódicos que dan noticias sobre asesinatos asociados al género, cuyas últimas páginas incluyen una sección de anuncios de putas, son una metáfora preciosa sobre la doble moral de la sociedad en este asunto.

Doble moral que ejercen desde la persona que criminaliza el piropo, hasta la que le quita hierro a un puñal clavado en el pecho.

Formación, educación, formación educación.

Y mientras escribo esto leo que acaban de cargarse a otra en Galicia. Lamentable.

Sigamos. Las 23:45h del domingo.

Pues nada, allí estábamos el Parra, Gerardo, Analía (amiga de Gerardo que le ayuda en el bar, 17 añitos) y yo.
Empieza la Super Bowl, se apagan las luces, se cierra el bar, ¡caña aquí!

Empezó fuerte, con Lady Gaga cantando el himno, señalando al cielo al terminar y cinco cazas del ejercito poniendo el broche con una sincronización acojonante.
No escatiman un duro los americanos.
¿Que hay Super Bowl?
Pues como americanos que somos nos gastamos la pasta que haga falta hasta dejar guapa a Lady Gaga.
Los aviones ya tal.

Hubo de todo, intercepciones, fumbles, pases incompletos, sacks, mamporros, hostiejas (son nombres técnicos también), saltos sobre la línea, cambios de posesión, pases de chotropocientas yardas, cañonazos, goles de campo, balones al poste, faltas... y más cosas que seguramente ignore, porque soy fan pero no entendido.

El intermedio y su show tuvieron a Gerardo con la boca abierta pegado a la pantalla.
A mí me sobraba Beyoncé porque está hasta en la sopa.
El Parra encantado porque dice que es el animal más bello de la Tierra.

Entre saltos y emociones un camarero del bar de enfrente se coló en el nuestro, con el permiso de Gerardo.
Este tipo, ecuatoriano, tras su larga jornada de curro decidió tomarse una copa tras otra hasta quedarse dormido.
Despertaba cuando nuestra emoción subía de decibelios y volvía a los brazos de Morfeo intermitentemente.

Pero no todo podía salir bien.

Con su mocarrera y su tremenda falta de respeto, en un despertar, decidió que acosar y tocar a una menor era una buena idea.
No era un tocamiento obsceno, simplemente un tocar por tocar, sin permiso y con babas, a una menor.
La chiquilla se nos arrimaba cada vez más esquivando sus acercamientos y nosotros hacíamos de pantalla, le advertíamos que estaba patoso y pesado, pero como no llegaba terminó por tirar una copa en un estiramiento de tentáculo y obligando a Gerardo a tomar cartas en el asunto.

Analía, Gerardo y el desgraciao salieron por la puerta para evitar males mayores, dejándonos solos a Iván y a mí.
Yo le hubiera sacado a empujones y quizás con un guantazo a mano abierta en la oreja, quedándome con Gerardo y Analía que estaban disfrutando mucho el rato... pero como Gerardo tiene una relación comercial con él tuvo que ser más diplomática la cosa.

El Parra me recordaba que yo tengo más tablas como para llegar a eso, pero no puedo con los borrachos babosos, coño, ¡que es una niña!
Antes hablamos del tema antes tenemos un caso de machismo y acoso.

Soy pacífico, nunca me he pegado (miento un poco, una vez tuve un altercado mínimo del que fui deshonrosamente ganador), pero no soy pacifista.
Vamos, que si es necesario recurrir a la violencia para hacer justicia la justifico, y ese era el momento de haberla usado.

Aun así me alegro de no haberlo hecho.

Bueno, pues eso, que vimos el partido, terminó una hora antes de lo que pensábamos, las 4:30h, recogí, cerré el bar, puse la alarma, el Parra se dejó el móvil dentro, esperé a que se activara la alarma, abrí la puerta, desactive la alarma, cogimos el móvil, activé de nuevo la alarma, cerré el bar, dejé al Parra medio trufa en un taxi y me fui a casa.

Al día siguiente me tocaba hacer de tío unas cuantas horas, así que tocaba descansar.

A pesar de apoyar a los Panthers había apostado 2€ por los Broncos.
Una pasta... ¡a lo loco!

Ahora tengo 5'60€, soy un lince.

Aunque lince fue el Parra, que vino a ver el partido con la camiseta del equipo ganador y lleva como cuatro Super Bowls sin fallar un resultado.

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