miércoles, 17 de febrero de 2016

Salud y amor

Vino a mi casa e hicimos bizcocho, pan, michelada artesanal, y se quedó dos días conmigo.

A las dos semanas era 14 de febrero, el mejor día para quedar con alguien sin pareja.
Se lo propuse y... quedamos.

De esto hizo dos años el domingo.

Carmen y yo celebramos nuestro aniversario en pleno San Valentín y
si me lo llegan a decir hace años no me lo hubiera creído.

En serio, si mi yo del futuro hubiera aparecido para avisarme no le hubiera creído, pero porque no me hubiera reconocido.
Me he atocinado.

Como aquel 2014 (ni que fuera tan lejano) quedamos en La Taberna del Chato, pues vamos allí cada año (jajajjaja y sigo) para hacerle un homenaje a ese día.
Lo recomendamos, está en la calle Cruz, entre Sol y Jacinto Benavente.

Me puse corbata y una camisa en la que no entro. Nada que no arregle un jersey.
No hay fotos pero oye, estaba guapete.

Nos pusimos hasta arriba, disfrutamos como siempre y fuimos a tomar café a otro lado.
La sorpresa es que nos tomamos dos copas tras el café y eso en Carmen es raruno.

Me aventuro a decir que nos supuso un día más, no porque no sea divertido comer fuera o tomarse un par de copas charlando, sino porque hasta el día más insulso sin fecha señalada lo pasamos bien.

Quizás eso es lo guay precisamente, que es un día más.
Sumando.

Le di la noche, una buena noche, una noche X, sí sí, X total, concretamente de X-Men, la noche del Roncador Nocturno.
Pobre.

Tuvimos que madrugar al día siguiente, mucho, vamos, tanto que no me parece ni madrugar, a las 4:30h sonaba el despertador.
Lo tenía previsto y me dejé café hecho la noche anterior.

Acerqué a Carmen a la estación de Atocha y a las 5:50h decidí que era buena idea desayunar con mi madre en su casa.

A las 6:15h ya había aparcado, caminaba por Chamberí y me preguntaba qué coño hacía en la calle a esas horas, con ese frío, mirando las ventanas de la casa de mi madre para ver si estaban despiertos.
Me iba a marchar pero vi un bar abierto, decidí tomar café y leer las noticias hasta las 7h.

A esa hora whatsappeé y me abrieron.
Me tocó hacerles el desayuno y les preparé tostadas a los cuatro, tiene guasa la cosa.

Vistiendo a Noel descubrí el Moco de Gorila, una gomina para críos.
MOCO DE GORILA.
Me parece un nombre brutal, qué pena que yo no use gomina, usaría Moco de Gorila sin dudarlo.

¡A trabajar todos!
Me fui a casa a hacer los quereceres caseros de rigor y me olvidé por completo de visitar al neurólogo del hospital donde está la madre de Carmen.

Vaya cagada.
Bueno, tenía solución, ir al día siguiente, pero me sentí fatal.

Carmen antes de irse de viaje había hecho flan, una cantidad como para alimentar a todos los orcos y Uruk- Hai de la batalla del Abismo de Helm, así que acordamos llevarle a Olga y Gerardo un buen pedazo.
Qué menos.

Como sabía que había madrugón cogí una minillave inglesa que tenía desde pequeño, para regalarsela a Julio, mi amigo el fontanero, por si podía verle antes de que se fuera a currar y de paso darle un paquete con un porrón de cintas de música.
Las iba a tirar pero se las quiere quedar.

Bueno, pues mientras yo le entregaba el flan a los Sabalete y le tenía al teléfono, Julio pasaba por la puerta en su furgoneta.
Ya es casualidad.

Sólo pude hacerle entrega de la minillave, y charlando me ofreció trabajar con él esta semana un par de días.
Genial.

El resto del día arrastré un sueño terrible.

Al día siguiente por fin pude visitar al neurólogo de la madre de Carmen y chico, ni una noticia buena.
Para rematar mi madre me cuenta que a su pareja le han detectado cáncer de colon.
Joder, vaya día.

Me fui a hacer la compra, nada, cuatro cosas, 100€.

Lo de la salud es lo único importante en la vida y por eso compré apio.
Carmen lo odia, pero yo creo que me ayudó cuando la necrosis me atacaba la cadera.
Supongo que fue una compra subliminal del subconsciente, porque tengo la nevera llena de cosas verdes.

No tengo buen humor la verdad, no lo estoy llevando bien.
Dos de las personas más importantes de mi vida están sufriendo, mucho, por la salud de gente a la que quieren.

Hay un punto de impotencia en mi mal humor.

Como no soy gilipollas y el subconsciente no está actualizado a la versión 2.0 en mí, también compré cecina para hacerme un bocata.
Hacía mucho que no comía cecina.
Hacía mucho que no comía un bocata.

Para acompañar al montado me hice una michelada casera.
Like a sir.

Cuando dejé la compra sobre la encimera un fuet encendió la vitrocerámica táctil.

Quizás no os parezca un dato relevante, pero ahí lo dejo.
¡Ahí lo dejo!

Ordené, guardé, preparé los ingredientes de la cena y me repanchingué en el sofá.

No fui capaz de leer una palabra del temario y no me siento culpable, estoy despistado y serio.

Hablé con Carmen, intenté animarla y salió regu. Es normal, tengo un humor como para apoyar a nadie.

Jugué al Blood Bowl 2 hasta dormir.

Los Reyes Magos pasaron por casa de mi madre en enero y dejaron un rodillo rosa para nosotros, de ahí la foto.

Hubiera sido un regalo de San Valentín precioso, porque me enamoré de ella haciendo pan.

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