Cuando Carmen llegó el otro día de Vigo, quise sorprenderla con un cordero al horno.
Sí sí, exactamente igual que el que me hice el otro día, merecía la pierna... HUMOOOOOR.
Entendería que dejaras de leer ahora mismo.
Tras tragarme una hora y media de atasco para recogerla en el aeropuerto, llegamos a casa.
Se me había puesto dolor de cabeza con las puñeteras gafas, sigo viendo las luces azules sobre casi cualquier luz y todo me deslumbra de noche, mi cerebro no anula nada como decía Aída que pasaría.
Dos semanas más le doy a los cristales, estoy cansado de mirar por el retrovisor y ver manifestaciones policiales donde no las hay.
Dejé el horno preparado y me fui al DÍA a comprar pan y lechuga.
Esperando mi turno en la cola de caja, la cajera confundió la cuenta de la chica que iba delante de mí y le sumó mi compra.
¿Error? Sí, pero no de caja, es que pensó que era mi novia.
Es halagador porque ella debía tener 19 años.
A mí se me ocurrió hacer la gracieta de preguntarle a la cajera:
- ¿Es que pegamos? :)
inmediatamente me llevé un codazo cómplice de la señora que iba detrás de mí:
+ Eso lo tendrá que decir ella jijiji, mira mira, ¡está colorada!
La cosa se estaba yendo de madre, varias señoras asomaron la cabeza en la cola con la misma sonrisa cómplice, la cajera carcajeaba hacia dentro y la pobre chica estaba alcanzando una rojez de gazpacho.
- Perdona eh, era sólo una broma.
Arreglao.
Uno de los placeres de pasar de niño a adulto es comprar el pan y poder comerte el currusco de camino, antes de llegar a casa, sin llevarte una colleja o una mala respuesta de mamá.
La casa olía a cordero, Carmen salivaba.
Fue una cena maravillosa.
Al día siguiente también cenamos a lo loco: entraña con arroz.
El resto del día no lo cuento porque fue poco relevante.
Hoy me he despertado a las 5h de la mañana, estaba soñando que Amancio Ortega vivía en Guzmán el Bueno, a la altura de Fernando el Católico.
Era gay, necesitaba unos camareros y nos pedía a Sebas (mi amigo argentino AKA El Hombre-Tortuga) y a mí que le sirviéramos.
Recuerdo poco más, como que iba con dos osos mayores, que tenía mucho pelo y que Sebas ponía chupitos.
Había un tercer camarero, pero no lo recuerdo ahora.
Como me he despertado sorprendido he decidido contárselo a Carmen, que me ha mandado a la mierda a la velocidad de la luz con una pregunta cargada de razón:
- Vale, ¡¿pero por qué me despiertas?!
No era consciente, claramente, y me la he jugado gratis. Hemos seguido durmiendo.
Ahora sí, nos despertamos pronto pero a una hora decente.
Es que Carmen se va al gimnasio a bailar Zumba, luego a tomar cañas con compis de la universidad, después a comer a La Malinche con otros compis de la universidad y tras eso va a al dentista.
Se ha ido y ha dejado la casa patas arriba.
No sólo no la veo hoy hasta tarde sino que me toca recoger, ordenar y organizar... muy bien, no me ha sentado bien pero, hagámoslo, necesito ganar puntos para el domingo de la Super Bowl, y el domingo de la Super Bowl es mañana.
Peeero aaaaantes, ¡vamos a montar en bici!
Que Carmen haga ejercicio me anima a hacerlo a mí, y que haga buen tiempo más.
Llevo un par de días haciendo fondos y plankings, pero esto es lo que realmente me apetece: pedales.
Os cuento.
No vayáis un sábado por Madrid Río en bicicleta, nunca, a menos que sea muy muy pronto.
Perros sin correa fuera de su horario, niños sueltos tras 4 ó 5 años sin ver la luz del día y hasta arriba de speed, abuelos encadenados a lo ancho de cinco en cinco arrasando lo que encuentran en línea recta, caminantes que deciden usar las normas de carreteras interprovinciales y lo hacen en dirección contraria, corredores con las mismas normas que paran en seco, ciclistas que circulan hasta cuatro en paralelo, indecisos que deciden tirar por el centro y Dios dirá, adelantamientos sobre adelantamientos que llegan hasta el lado contrario de la senda... un horror.
Una senda ciclable con prioridad peatonal, donde cabemos todos con respeto y con orden, que de nada vale porque cada persona que la usa piensa 'esto es de todos, pero lo uso como me sale de la polla'.
Mira tú por dónde ni un patinador ha dado por culo hoy, ole.
Cuando me he encontrado de frente con cuatro personas y un perro (con correa), por mi lado, tras una hora de trayecto, despacito porque era imposible ir a mayor velocidad y les he dicho que iban por el lado contrario, he obtenido un grito a traición, por la espalda, a toro pasado:
- ¡Pues ve más despacio!
Es como el grito de ¡Venezuela! si se habla de Podemos; en España el tonto coge la linde, la linde se acaba y el tonto sigue.
Esa es la excusa.
Cuenta la leyenda que la gente en bicicleta por Madrid Río va a 120km/h y por eso el grito aprendido es ¡Es que vas mu rápido! ¡Esto no es el Tour! para justificar que lleva el perro suelto, o para justificar que no dejan paso ni a una silla de ruedas cuando van en paralelo, o en general para justificar que el fallo está siempre en los ciclistas y no en ellos acampados en la vía asfaltada.
¿Y tú no Ramón?
Sí, yo también meto la pata, no voy a 9km/h que es lo que me limita la senda ciclable, pero porque... ¡Venezuela! ¡Es que vas muy rápido!
No, en serio, es que 9km/h es la velocidad mínima para mantener el equilibrio, calculado con velocímetro, lo juro, y voy a 15km/h de media cuando hay gente.
Me bajo de la bici en los puentes, es absurdo pero lo hago porque lo pone el cartel (hay otra interpretación, pero ante la duda elijo la más restrictiva), me separo un metro y medio o más al adelantar, miro atrás, aviso con el timbre (que es obligatorio en las bicis), freno en los semáforos que cruzan la vía aunque no venga nadie, denuncio si veo algo ilegal o perjudicial para todos y ayudo si veo a alguien con problemas.
La última vez me tocó llamar a la ambulancia y ayudar a un tipo que se había dado El Galletón por culpa del 'esto es de todos, pero lo uso como me sale de la polla'.
Nadie le hizo ni caso y la hostia fue delante de más de 20 ó 30 personas; el único que le ayudó fui yo, pobre, creo que se había partido las costillas.
Voló, voló para no atropellar a un niño cuya madre era realmente responsable al 75% del accidente, pero que salió corriendo dejando a ese señor de más de 50 años tirado en el suelo.
Es una mierda, pero si pretendo exigir, me toca cumplir.
Si un día queréis os venís conmigo, que me lo piloto bastante, pero o vamos el finde muy pronto o entre semana antes de las 18h.
La conclusión que saco de lo que veo constantemente al salir con la bici es la falta de empatía, el egoismo recalcitrante, y que en España todo va a ir bien el día que las ranas críen pelo.
Estoy llegando a esa tranquilidad que buscaba al empezar el blog, pero a borbotones.
Asumir que en Madrid no hay educación y que el español es cateto por norma general tranquiliza y es extrapolable a todos los niveles.
No hay batalla que ganar ni guerra posible.
Simplemente es así, cuanto antes lo asumas más feliz serás.
Bueno, voy a recoger, que hay miga.
Como excepción hoy hay tres fotos.
Son de la entraña con arroz blanco cocido en grasa, el cordero asado con ensalada y una bicicleta de BiciMAD, la empresa que lleva las bicicletas del Ayuntamiento y que está en quiebra por culpa de hijos de puta que se dedican a esto, a sacarlas sin pagar y dejarlas tiradas o romperlas.
Cuando cuelgue esta entrada denuncio la bici por Twitter y que vayan a buscarla.
Esto pasa constantemente también, según @BiciBAD hay más de 1000 bicicletas del servicio BiciMAD rotas.
Lo dicho, nada va a cambiar en rasgos generales, nada, así que haced de vuestro pequeño entorno algo bonito, porque no vais a llegar más allá y si depende de los demás esperad tumbados... como esta bici, que parece E.T. en el bosque, malita, blanca y tirada.