Mi gran fallo es la inteligencia emocional, los sentimientos tienen poder sobre mí y no yo sobre ellos.
A veces consigo dominarlo, pero a veces no es suficiente.
Hoy es de los días que los he controlado de cara a la gente y luego los he llevado al parque a jugar cuando estaba solo.
Queda poco para que la mamá de Carmen se recupere del todo y consiga el alta médica, pero mientras sigo siendo el chófer oficial.
Yo creo que ayuda bastante mi labor, bastante incómoda está Carmen ya.
Aproveché para ir al banco a ingresar dinero y allí estaba mi asesora financiera atendiendo a otros clientes. Hice un esfuerzo para no acercarme a advertirles de que quizás deberían preguntarle a otra persona, que ésta de un sólo consejo en poco más de un mes me había hecho perder bastante dinero a mí, pero me conformé con mirarla mal sin que ella lo supiera.
Era pronto aún, aproveché para irme al IKEA de Alcorcón a pedir unas llaves para el mueble de la televisión del salón. Alguien en Nochebuena o Navidad debió mover la silla con fuerza y me dobló las dos que había, rompiendo una.
Me tragué una cola importante que aproveché para llamar a Julio, Carmen y Aída, lo que determinó mi próximo destino: San Chinarro, a recoger los cristales nuevos de las gafas chulas que compré hace más de un mes.
Por fin llega mi turno y me acerco al mostrador. No me lo hacen montar, supongo que eso le tocó al primero de la cola.
No encontraban el modelo de las llaves y me dieron unas diferentes, que eran clavadas de huella y forma, vamos, que eran perfectas, pero como no eran clavadas porque les faltaba una goma negra ¡me las regalaron! ¿cuántos de vosotros podéis decir que IKEA os ha regalado algo? ¿Eh? A mí me gusta pensar que fue por guapo.
Vamos a la óptica ¡Alto! Primero debo coger las gafas en casa...
Shut up and drive!
De camino a San Chinarro me reafirmo en lo que le decía el otro día a Carmen, hace falta un nuevo cuerpo de Seguridad del Estado, la Policía de Intermitencia.
Aaaaargh qué mala hostia me pone eso, con lo fácil que es darle a la palanquita y lo que les cuesta a muchos conductores.
Aída estaba liada y me di una vuelta de veinte minutos por el Corte Inglés, tenía un vale de 20€ del libro-ensayo que me regalaron en casa de mi madrina por Reyes sobre la Guerra de las Galaxias que devolví.
Hala, ya tengo unos vaqueros grises, los primeros de mi vida y me sientan chupi.
Bajo a la óptica.
En el momento que me puse las gafas con el cristal nuevo me disgusté, veía las mismas luces azules que veía antes y seguía viéndolo todo muy amarillo, como si no me hubieran cambiado nada.
Al decírselo a Aída, con mucho mimo, pareció molestarse... lo deduje por el 'joder Ramón'.
Hizo sus comprobaciones e insistió en que eran cristales nuevos y diferentes, pero de verdad (hasta una foto tengo de la diferencia), no eran iguales a los que llevo ahora mismo que son los que pedí. Un lío.
Me sabe fatal, muchísimo, parezco un cliente cojonero y encima es mi amiga, pero estoy siendo sincero.
¿Solución? Pedir cristales nuevos otra vez a costa de que mi amiga se enfade.
Me sabe fatal pero 450€ bien valen un poco de queja, con toooodo el cariño y respeto del mundo.
Bueno, a pesar de este momento incómodo creo que es positivo, ya estoy más cerca de que el tema gafas salga bien.
¡Coooorre al hospital de nuevo!
Recojo a Carmen, voy a Gerardo, dejo el coche, me subo a la furgoneta de Carmelo sin Carmelo y vamos el gallego y yo a recoger un canapé con colchón que ha apalabrado por Wallapop... de un cuarto piso sin ascensor en Moratalaz.
Nada, no nos abren y a través de la puerta nos dicen que ya lo han apalabrado con otra gente, a pesar de haber quedado con nosotros.
Nos cagamos en su puta madre a través de la puerta y nos vamos.
Carmelo dejó la furgoneta al gallego para esta misión, pero a cambio nos encargó otra: recoger un paquete para su empresa cerca de Corazón de María.
En el último trabajo que hice para Carmelo iba con él.
Era un montaje de sonido para Font Vella en la Ciudad Universitaria y fue un fiasco para Font Vella, no fue ni la quinta parte de la gente que esperaban.
Un macroevento promocional.
Tuvo una parte buena y una mala.
La buena fue que mi amiga Mabe (la punky de los cojones es su mote cariñoso) se pasó a saludarnos, mira que adoro a esa chica, y la mala es que al llegar a casa tras el desmontaje mi Leatherman no estaba en su funda, la había perdido.
Carmelo y su hermano Silver (socios y dueños de la empresa) me juraron y perjuraron que habían mirado por toda la furgoneta y la nave sin éxito.
De esto hace ya medio año.
De camino al recado que teníamos que hacer a cambio de la furgoneta, mientras calculaba la cantidad de kilómetros que llevaba hechos en un día, me dio por mirar en la puerta de la furgo.
Sólo una mirada.
Sólo un movimiento.
Sólo diez segundos.
Allí estaba ella y la foto es la prueba.
Adoro y estrujaría de puro amor a Silver y a Carmelo, por su amistad, por dejarnos la furgoneta, sus detalles, sus risas y su corazón... pero con todo el cariño del mundo, con el mismo que le dije a Aída que veía luces azules y el mundo amarillo, me cagontósuputamadre de lo mal que buscaron.
Bueno, ha sido un gran día, sin parar y con mi Wave de vuelta.
De premio al acostarme, cuando Carmen se quedó frita, estuve jugando al Broken Age, una aventura gráfica muy linda, hasta quedarme dormido.
Bien :)
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