miércoles, 13 de julio de 2016

C-a-la-mierda

Spagett ha muerto.

El erizo de More MEro que entre todos intentamos salvar con el crowdfunding ha sido eutanasiado.
Vaya mierda.

Sonia ha fregado mi terraza.
Mi terraza tenía más mierda que once jamones.
No me preocupa mi terraza.

Terraza.

Hemos ido a desayunar y después he disfrutado de una terapia de dos o tres horas sobre el mismo asunto.

Nos dimos un baño en el mar.

El mar estaba cristalino y las medusas deben estar de vacaciones, salvo por una capa de mierda que se acercó por la superficie hacia nosotros se puede decir que está el mar insultantemente bonito.

Sonia se tenía que ir de nuevo a su realidad, de camino al coche yo pensaba que deberíamos habernos bañado más y hablado menos.
Por ella, por mí todo me apetece por igual: una mierda.

Antes de llegar paramos a tomar una caña, que en mi caso fueron tres, en el mejor sitio que hay aquí: El Cucas.

El Cucas abre una semana y cierra otra porque el cocinero y marido de la dueña está recibiendo quimioterapia.
Por lo visto, y no sé si la fuente es fiable al 100%, está luchando contra una metástasis estilo Atila.
Pobre, eso sí que es una mierda.

Por fin pude reírme un rato de verdad y fue a mi costa, sobre mi desgracia, Sonia hizo sangre de mi situación con humor y hasta decidí hacer la típica foto de 'Aquí, sufriendo' para Facebook.

Es divertido ver cómo hay gente que lo pilla y gente que no.

Subió al coche y se fue.

Vuelvo a estar solito con mis demonios.

Intenté leer.
No pude.

Intenté dormir.
No pude.

Me llamó mi amigo Julio por teléfono.

Me llamó mi amiga Mary Solomary por teléfono.

Me fui a un chiringo mientras María dejaba la oreja abierta y yo hablaba.

Entre charla y charla me tomé tres jarras de cerveza, la conversación superó las dos horas.
No sé si es ella que lo provoca o soy yo, pero no suelo perder nunca el humor y me gusta hacer reír sobre mi contratiempo, fue un rato bastante divertido.

Colgamos.

Salí del chiringo directo a la playa cuando me agobió la gente y sus sombrillas... giré en seco y decidí que en la piscina estaría mejor.

No llegué.

En el chiringo entre mi posición y la piscina estaban Alfredo (el del cumpleaños del otro día) y su familia.
Me uní a su momento copazo y tomé otra jarra.

Me confesaron que habían pensado que Sonia era mi querida, y flipaban con la rapidez de mi recuperación amorosa.
Tuve que sacar hasta conversaciones de Whatsapp para demostrar que no... por un lado me hizo gracia, por otro regu.

Quería irme a duchar y a cenar.
No pude.

Esta vez no pude porque me invitaron a su casa, no porque mis demonios me revolotearan. No tenía excusa ¿con quién podía decir que había quedado?

Me pusieron un copazo y un puro en un noveno.

Hablamos de los pequeños placeres de la vida. No lo hice con muchas ganas, dentro de mí había una bola de espinos.
Fueron muy simpáticos.

Me pusieron otra copa.

Yo miraba el reloj porque quería cenar solo, en El Cucas, y la copa no bajaba.
Apuré.

En un momento que fui a recoger del suelo un juguete de su hijo se me cayeron las gafas de sol al suelo.

Crash.

Ya no tengo gafas de sol.
Mierda.

Agradecí la hospitalidad y me fui.

Me vestí como Superman se desviste y bajé a cenar.

Me notaba ebrio.

Me dejaron cenar a pesar de ser más de las 23h.

Cocochas al pil pil y calamar sucio.
Muy muy rico.
Nada que ver con el calamar de un kilo de la foto que Sonia devolvió al mar.
Diferente.
Dos cervezas acompañaron mi cena y para cerrar un orujo blanco.

Mi regreso a casa, con la ropa que había comprado con Carmen la semana pasada, fue triste y aturdido, y eso que eran 200m.

Me había comprado esa ropa para lucirla con ella aquí, era el estilo que a ella le gustaba en un tío, era mi traje de boda y me sentía plantado en el altar.

Cada día que pasaba a su lado encontraba un motivo para quererla más, y cada día que pasaba sin ella porque trabajaba fuera encontraba un motivo para echarla de menos. En esta nueva situación encuentro cada día un motivo menos para quererla de vuelta.

A la mierda, me voy a la playa, calamar.

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